Lectura Devocional: Jeremías 18:1-23
La pregunta: “¿No podré yo…?” (v. 6), nos da dos lecciones:
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PODER. El barro es duro y opone resistencia, pero el alfarero puede más. También, aunque ya esté terminado el vaso, nada le impide destruirlo y volverlo a hacer. De hecho, si el vaso no es de su agrado lo deshace y comienza de nuevo. Tiene poder y autoridad para hacerlo.
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VIRTUD. El alfarero no sólo le da forma al barro: le da belleza; así que cuando su creación no es de su agrado, no sólo tiene poder para deshacerlo, sino que tiene poder para hacerlo mejor.
Cuando Dios dice: “Como el barro en la mano del alfarero” (v. 6), nos da estas otras dos lecciones:
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La primera fue para Israel. Su desobediencia basada en olvido e ingratitud (v. 15), era la falla que Dios había detectado en el barro. Tenía que comenzar de nuevo.
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Para nosotros, el Israel celestial, es la segunda lección. Adoremos al Dios Omnipotente que es capaz de hacer de nosotros, barro que antes era pisoteado en los cerros, algo útil y bello.
Pero aprendamos una lección más (Ro. 11:20,21).
Fuente | Publicaciones El Sembrador
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